jueves, 8 de marzo de 2012

¿Opinión Pública u Opinión Publicada?

Una de las críticas más fuertes que se generan en torno a la Opinión Pública, yace en la variabilidad que esta puede tener dados los diversos contextos e informaciones subyacentes, que entran a enriquecer (de forma positiva o negativa) el Clima de Opinión; sin embargo son estos mismos lo que permite la constante evolución que crea el tópico contextual y filosófico que se evidencia en las diferentes opiniones públicas en diversos contextos sociales.
El consumo de información ha sido y es aun hoy, tema de controversia académica entre teóricos de la Comunicación, a lo largo de la historia, hemos podido notar la forma en que el Gobierno, tiene al alcance de la mano los mass medias, para poder moldear a su antojo, las realidades sociales, con el fin de inclinar la balanza socioeconómica o sociocultural, dado sea el caso. Un ejemplo claro de ello, se puede encontrar durante la culminación de la Segunda Guerra Mundial, en donde las diferentes campañas propagandistas, fueron (o son, puesto que hay países que pretenden controlar el flujo de información, cohibiendo y tergiversando derechos fundamentales), tan importantes como la adquisición de material bélico o carrera armamentista y la carrera científica, de aquel entonces, sucesos que en un futuro cercano, permitieron la creación de la teoría funcionalista de la comunicación, en donde claramente se manifiestan las disfunciones de la comunicación (en cuanto al manejo de la información), esto nos hace preguntarnos ¿Existe realmente la Opinión Pública o sólo somos títeres de lo que los medios nos quieren informar? Para resolver esta incógnita, es necesario aclarar cuáles son los elementos esenciales para la creación de la Opinión Pública.
Para Noëlle Neumann el triangulo hermenéutico entre actitud-conducta-y el entorno social, son fundamentales en la creación de Opinión Pública, por otra parte para Habermas, la esta última no puede existir sin la esfera privada, la esfera pública y el modelo económico que nos rige desde las primeras revoluciones liberales y que a su vez son tomadas del modelo “Democrático” implementado por los griegos.
Hoy manejamos algunos de estos categorías, para re direccionar los conceptos y de esta manera, comprende de una forma más clara, la forma en que la Opinión Pública trabaja para contribuir con el desarrollo y funcionamiento de la sociedad moderna (por lo que muy a pesar de los diversos inconvenientes, que esto plantee existe la Opinión Pública, y a su vez juega un rol fundamental en la concepción actual de Estado); el Estado en su definición más simple, se piensa como la relación que existe entre los ciudadanos, el gobierno y la tierra, categorías que a su vez, plantean relaciones de poder más profundas, que sin el dinamismo que genera la Opinión Pública, no permitiría la creación de nuevos conceptos como Estado Social de Derecho, bajo el cual se rige nuestra Carta Magna, y que aparentemente rige a nuestro País.
Los medios de prensa colombianos narcotizan a los receptores durante el proceso retroalimentativo de la información, y esta situación nace a partir del modelo económico capitalista (que crea una nueva forma de censura en los medios) bajo el cual –y es bajo puesto que crea un ambiente esclavizante- nos en encontramos, pero esta opinión publicada contribuye en cierta forma con la Opinión Pública (en la el contexto menos ideal posible), en el momento mismo en el que se crean espacios de discusión, en igualdad de condiciones, en los que los ciudadanos tienen la oportunidad de debatir diversos temas de relevancia política que los medios proveen (dejando a la prensa como una simple empresa prestadora de servicios), espacios que finalmente son los que crean la o permiten nacimiento la Opinión Pública.

Erick Yovardo Parra Cañas
Comunicador Social en formación
mail: yovardo17@gmail.com
Pamplona, Colombia

lunes, 5 de marzo de 2012

El “yo social y La Opinión Pública”

Desde el punto de vista sociológico el Ser es subjetivo, vivimos de la información que interpretamos, adaptamos y superponemos ante nuestra realidad, de ahí a que el pensamiento a priori surja de nuestro primer contacto con el mundo; y es en este mismo punto en donde la cultura se interna en nosotros, dándonos forma, construyendo el “yo social”.
El proceso hermenéutico que trae consigo, la Construcción Social del Sujeto va de la mano con el consumo mediático, además de los diferentes climas de opinión que se pueda generar en cada diferente cultura, de ahí a que sean tan variados los sistemas de creencias, costumbres y categorías morales, pero es al surgir un comportamiento o un suceso abrupto, que irrumpe en el equilibrio existente dentro la sociedad, cuando los fenómenos sociales pueden llevar a un cambio o reordenamiento en la estructura social, bien sea este originado desde el pueblo o desde el gobierno.
Las dictaduras, gobiernos totalitaristas, monarquías y demás no son nuevas, los ideales en cada uno de estos sistemas sociales, van de la mano con sistemas morales Utilitarios, que ponen primero el bien de su sociedad antes que el propio, por lo que se podría pensar que la opinión pública o los libres pensadores son en sí mismos inexistentes, pero entonces ¿Cómo fue que se logra trascender en primer lugar de una Monarquía a una Democracia, igualmente de la Democracia a una Dictadura o a un gobierno totalitario?
Es necesario un flujo libre de la información, para que los sujetos sean capaces de generar opinión pública, en cada uno de los aspectos de la vida (puesto que la opinión pública no se limita únicamente a la política), por lo que en un gobierno como el de Cuba (que constituye un ejemplo claro de lo que la manipulación y el control constante de la información, puede hacerle a la construcción Social del Sujeto), no existiría la opinión pública. Ahora bien, si esto hubiese ocurrido hace algunos cientos de años, en donde los espacios serían los ideales para crear un espacio y un área en el que los canales de información se pudiesen limitar a pasar por una sola vía, la anterior afirmación hubiese sido cierta, pero en esta era en particular (la era de la información), los canales son demasiado grandes para ser controlados, por lo que el flujo de información siempre encontraría una forma de filtrarse, generando espacios de discusión política, cultural, moral, científica, etc., que en últimas no tienen una residencia fija, y los resultados de estos pueden por así decirlo, definir el curso de una sociedad, puesto que la idea misma nace desde un libre pensador (emisor), que expuso sus argumentos ante los demás (información codificada) y estos últimos la recibieron decodificaron y la expusieron ante más individuos (feedback o proceso retroalimentativo) y así sucesivamente el ciclo se repite una y otra vez, por lo que no se puede decir que la opinión pública no existe en cada uno de estos casos.
La creación de Metarrelatos dentro de las dictaduras o en los gobiernos totalitarios, impactan directamente en la construcción del yo social, esto con el fin de introducir en los sujetos, preceptos que apoyen o legitimen su lugar en el poder, para lo cual envían un flujo constante de información parcializada (aquí está otro punto en el que se pone en duda la existencia de la opinión pública y se llega a hablar hasta de una opinión publicada), pero la manipulación a la que es sometida la información, en conjunto con estos Metarrelatos, no garantizan que los sujetos los interpreten como se pensó o se pensaron en un inicio, puesto que existen los preceptos y contextos además de estos últimos, por lo que al final es el mismo creador de la opinión pública (el pueblo, los ciudadanos, los sujetos), quienes impiden la creación de la Opinión Pública, cual quiera que fuese el caso.
Erick Yovardo Parra Cañas
Comunicador Social en formación
mail: yovardo17@gmail.com
Pamplona, Colombia

jueves, 1 de marzo de 2012

EL VALOR DE LA VERDAD





Hoy son más las empresas latinoamericanas que están depositando su confianza en la comunicación organizacional (C.O), al implementarla como una herramienta de promoción y difusión eficaz de la imagen institucional. Pero más importante aún, como una herramienta de prevención y planeación estratégica para todo tipo de áreas; puesto que, gracias a la naturaleza multidimensional que se haya implícita en ella, se constituye a sí misma como una barrera entre el éxito y el fracaso, llegando a un punto tal, que se constituye a sí misma y al departamento de comunicaciones con el que crece, en la nueva imagen del ente que ayudó a formar (ya sea empresa, corporación, institución u organización).
Un ejemplo claro del fortalecimiento en la implementación de la C.O., dentro de las organizaciones suramericanas, se puede detectar en algunas de las empresas de larga trayectoria colombianas de origen estatal, que hasta ahora se acogen a ella para replantear la forma en la que manejan los procesos comunicativos internos y externos. Tomemos en cuenta para entender esta afirmación el caso de ESSA (Electrificadora de Santander S.A), y CENS (Centrales Eléctricas de Norte de Santander), instituciones colombianas dedicadas a la distribución de energía, que recientemente fueron adquiridas por EPM (Empresas Públicas de Medellín); quienes manejan un perfil comunicacional orientado por la C.O desde hace ya un tiempo.
Por este motivo el organigrama administrativo de estas dos instituciones, fue modificado, luego de que las Empresas Públicas de Medellín adquirieran más del 50% de sus acciones. La razón de ello está dada, no sólo en la necesidad de acoplamiento en el método administrativo, sino en la importancia que la C.O tiene dentro del conglomerado energético que es ahora EPM, éxito que ha tenido hasta el momento, gracias en gran medida al esfuerzo del personal de la Unidad de Comunicaciones y que a su vez trabaja de la mano con la gerencia (unión que es vital en este éxito). Así lo afirma Beatriz Mantilla, jefa de la Unidad de Comunicaciones de ESSA.
Pero, ya sea por una mala planeación, mala administración o hasta por un caso infortuito (esta última frase no está relacionada con las empresas mencionadas anteriormente), las crisis llegan a las empresas y estos órganos de comunicación que recientemente empezaron a ser reconocidos como necesarios, son puestos a prueba de la forma más ruda, dejando en riesgo la imagen que poco a poco se ha ido creando entorno a la C.O y a su importancia dentro del mundo empresarial, al mismo tiempo, que la imagen que el comunicador organizacional tiene de sí mismo como profesional.
La orientación que recibimos como comunicadores nos encamina a contar la verdad a ser lo más neutrales que se pueda a la hora de ejercer la labor periodística, pero ¿es que acaso los comunicadores organizacionales no hacen periodismo también?
Estas enseñanzas resuenan en la forma que manejamos la información (en un caso ideal), al igual que lo hace en la importancia que le damos a esta para construir nuestra imagen como profesionales y como mediadores en un mundo informático, por lo cual el dilema ético al que se enfrentan los comunicadores dentro de una empresa u organización cuando pasan por los momentos de crisis, puede constituirse en el talón de Aquiles a la hora de ejercer esta profesión (como ya lo dije antes, en un caso ideal), lo cual no deja de lado la pregunta que enlaza este tema ¿Se debe decir la verdad en un momento de crisis?
Antes que nada se debe definir qué es una crisis, Octavio Isaac Rojas Orduña Máster en Comunicación Corporativa y Publicitaria, Especialista en Comunicación y Gestión Política, de la Universidad Complutense de Madrid lo define en su artículo La Comunicación en Momentos de Crisis, publicado por el sitio web www.rrppnet.com.ar de la siguiente manera:
se entiende por crisis: "un acontecimiento extraordinario, o una serie de acontecimientos, que afecta de forma diversa a la integridad del producto, la reputación o a la estabilidad financiera de la organización; o a la salud y bienestar de los trabajadores, de la comunidad o del público en general" (Wilcox, 2001: 191).”.
Y así mismo declara cuál es la labor principal del comunicador en este caso:
“Para el consultor de comunicación, la principal preocupación debe ser salvaguardar la imagen corporativa y la de sus productos y/o servicios.
Viéndolo desde este punto de vista y haciendo un análisis superficial de la situación, entonces es correcto mentir para “salvaguardar” la imagen de la organización para la cual se labora, pero entonces llegamos de nuevo al mismo dilema ético.
A lo largo de nuestra vida profesional, puede que se nos presente esta situación, incluso se nos ha presentado en nuestra vida personal, sin lugar a dudas, momentos en los que nos hallamos en problemas y ocultamos información con el fin de proteger nuestra integridad y buen nombre o bien somos sinceros y actuamos de forma honesta.
El principal problema con los debates en los que el tema central está directamente relacionado con algún tipo de dilema moral, se encuentra en que la moral va asociada a lo que Émile Durkheim sociólogo francés denominó como “solidaridad primitiva” (Las reglas del método sociológico, 1895), la cual se define como el conjunto de enseñanzas como la cultura y la moral, que aprendemos por imitación, y es en este caso precisamente, donde la normatividad moral va tan ligada a la construcción del “yo social”, el que lo complica todo, pues la cultura varia de un pueblo a otro, lo que es bueno en Colombia, es malo en Ecuador; y aun a un nivel mucho más pequeño, lo que es bueno en mi casa puede ser malo en la de ustedes.
¿Qué hace entonces que el mentir en una situación de crisis sea tan reprochable?
Ya dejamos claro que el valor ético radica en la cultura de cada individuo, veamos ahora el simbolismo o el impacto simbólico que tiene el mentirle a los diferentes tipos de públicos en una situación de crisis.
Isaac Rojas analiza el caso ocurrido con la multinacional Andersen una auditora y consultora multinacional, que se caracterizaba por la calidad de su trabajo, y la precedía una reputación intachable, pero que al participar en el encubrimiento de una serie de cuentas adulteradas de la empresa de energía Enron, perdió la “confianza del público”, según lo define Rojas.
Este es un caso claro de lo que ocurre cuando los bienes intangibles (la imagen, el buen nombre, etc.), no son cuidados y cuál era la obligación del comunicador que trabajara en esta empresa en aquel entonces ¿Usted qué haría?
La empresa que debía cuidar las cuentas como auditora, debió haber revelado todo, pero al no hacerlo puso en riesgo su reputación y las consecuencias fueron funestas.
Se pueden generar centenares de contrafactos para analizar este caso, al igual que cualquier otro, no hay que dejar de la do que existen situaciones en las que la empresa comunica lo qué sucede realmente en una situación de crisis y le ha funcionado, ya que una crisis bien manejada, puede significar una oportunidad dice Rojas, pero lo cierto es que la decisión de por así decirlo, “salvaguardar” la imagen de la institución, a costa de la verdad y de la integridad del profesional, es individual, somos tan libres, como queremos serlo y el hecho de que un SUCESO sea bueno o malo, dependerá siempre de “algo”.
Erick Yovardo Parra Cañas
Comunicador Social en formación
mail: yovardo17@gmail.com